sábado, 20 de julio de 2019

TRAFICO DE FRUTAS Y VERDURAS






Siempre he alabado la  forma de vivir en los pueblos pequeños. Cierto es que vivo en uno que está muy cerca de la capital, aunque esa capital sea también como un pueblo grande, que no deja de ser capital, y al que, acudimos en 20 minutos a cualquier cosa que necesitamos o a cualquier actividad que nos interese y se celebre allí etcétera, etcétera…
A pesar de que  a veces nos quejamos de infinidad  de cosas (somos un país de protestones, esta claro…), de si aquí no se hace esto, o aquello, de que la gente es chismosa, que se meten en la vida y milagros de cada uno…

¡Ainss! Si viviéramos en la capital comprobaríamos como allí también ocurre lo mismo, en cada barrio, en cada bloque de viviendas, en cada urbanización, en los centros médicos, en las tiendas de barrio, en las peluquerías., en las reuniones de la comunidad, en el bar con los amigos.. ¡Pero si es que esto forma parte de la idiosincrasia del pueblo español!
Los pueblos los hacen las personas, y en todas partes las hay de todas las categorías, mejores y más mejores.
Y entre las muchas cosas que hacen especial a los pueblos, están las relaciones personales entre su gente, la cercanía de los habitantes y ese trato que se fomenta entre todos en muchas ocasiones.
Llegado el verano, se acrecienta algo que me causa mucha curiosidad y no es solo lo de salir a tomar el fresco a la puerta de la calle, que es una actividad que me encanta ver, y que se está perdiendo porque ya somos más cómodos, más delicados, y ahora nos metemos en casa con el aire acondicionado y una rebequita puesta.
No, no es a eso a lo que hacía referencia, quería decir que en verano se activa el botón del tráfico de frutas y verduras.
Me explico, de siempre fue así, pero un poco menos que ahora.
Antes, los que tenían un huertito con producción regular, ó gran producción, lo explotaban como medio de vida o como ayuda para aumentar un poco sus ingresos familiares. Con el paso de los años, los huertos se fueron abandonando cada vez más y muchos, la mayoría desaparecieron como tales. La crisis de estos años atrás, hizo que empezaran a florecer, pero no ya los grandes, sino pequeños huertitos que servían para sustento familiar y poco más. Y los que estaban sin trabajo y comenzaron a crearse sus propios huertos, vieron de nuevo la ventaja, ya olvidada casi, del rico sabor de unas lechugas o unas berenjenas cogidas del huerto a la mesa y se empezó a recuperar un poco el gusto por la agricultura, y más en concreto por la horticultura.
Y poco a poco hemos ido dando lugar a lo que yo llamo tráfico de frutas y verduras, el único porque el que no te van a condenar y que no es otro que el intercambio de lo que cada cual tiene en demasía en su casa, en su huerto, de lo que excede de sus necesidades y que comparte con  familia, amigos y vecinos.
 Es imagen habitual ver en estos meses como se pasan bolsas de unas casas a otras, con calabacinos, berenjenas, pimientos, judías verdes, pepinos y tomates, amén de sandias y melones y alguna que otra pera y melocotones.
 El huerto va dando cosas a lo largo de otros meses pero  es ahora cuando más materia prima crece y se desarrolla y hay que aprovechar a consumirla en cantidad.
Es una imagen tan estupenda, que  no debería desaparecer nunca. Y claro, que alguno pensará que es que como yo no tengo huerto, me viene muy bien lo que recibo.
Pues sí, me viene de perillas porque me gusta la verdura, y no me sabe igual. Pero yo soy de una máxima  que aprendí de  mi madre y es que “Manos que  no dais ¿Qué esperáis?”, y creo que de una manera u otra  todo lo se dá se acaba recibiendo de vuelta de alguna otra forma.
En todos los órdenes de la vida.
Espero que con los años de bonanzas que nos han de venir, no sé cuándo, pero no hay mal que cien años dure y vendrán, que con esa bonanza no se vuelvan a olvidar estas costumbres. Y con ellas  nos olvidemos o se olviden de dos cosa muy importantes, la tierra es la que nos va a abastecer de alimentos siempre, no podemos, ni debemos abandonarla y el tráfico de verduras hace que nos sintamos más cercanos unos a otros.


Esas pequeñas cosas De vez en cuando la vida, te dá palos y te compensa a la vez, estoy convencida de que siempre encuentra algo para equil...