A veces necesitamos un momento de locura que nos aleje de la
vida llena de problemas y claroscuros que llevamos, pero lo cierto es que también
a veces es más difícil enfrentarse a la decisión
de vivir el momento que vivirlo en sí, solo que una vez decidido, no se sabe
exactamente cuándo parar, vamos, que dicho vulgarmente es como lo de rascar,
que todo es empezar
Todo esto viene a cuento, porque desde hace tiempo tenía
ganas de hacer un viaje con amigas, estoy además demasiado acostumbrada a
viajar sola y eso además te hace muy egoísta y no sabía exactamente como seria adaptarte a las preferencias
de las otras y además tenía ganas de comprobar si la edad nos había cambiado
mucho o solo superficialmente, si las ganas de divertirse seguían siendo las
mismas cuando las circunstancias eran tan distintas, pero ese viaje nunca cuajaba,
no había forma de ponerse de acuerdo, pero ni siquiera para un triste fin de semana,
no ya con todas, ni siquiera con una o dos.
Y así desde hace
años, de pronto, surgió una propuesta de pasar un par de días juntas y empezamos
a hacer planes de nuevo.
Queríamos ir unas cuantas amigas pero sabíamos que iba a ser
difícil
Partiendo de la base
que aunque fuéramos solo tres íbamos a hacerlo, allá que emprendimos nuestra
aventura.
! Divina aventura!
Una vez hecha todas las pesquisas y atados todos los cabos, y cuadrado fechas, cuando llego el día, pusimos rumbo, muy de madrugada a la capital de España, donde antes de que pusiéramos nuestros pies, ya había aterrizado procedente de Baleares con ensaimada recién hecha en mano, incluida (si no llega a hacerlo no se lo hubiéramos perdonado) una de nosotros, la que nos había servido de” excusa” para hacer el viaje.
Una vez hecha todas las pesquisas y atados todos los cabos, y cuadrado fechas, cuando llego el día, pusimos rumbo, muy de madrugada a la capital de España, donde antes de que pusiéramos nuestros pies, ya había aterrizado procedente de Baleares con ensaimada recién hecha en mano, incluida (si no llega a hacerlo no se lo hubiéramos perdonado) una de nosotros, la que nos había servido de” excusa” para hacer el viaje.
¡Bendita excusa!
Y ahí comenzó nuestro plan…y ni soñando despiertas podíamos haber
llegado a fantasear con algo parecido a lo que hemos vivido en esos dos días,
Está claro que si lo repetimos no va a ser igual, porque las cosas surgen así y
punto, pero nunca pude haber buscado mejores compañeras de viaje (nunca mejor dicho)
que estas tres que me acompañan.
Han sido dos días de risas,
de dormir juntas, de recordar cosas de atrás, de ponernos al día, de quitarnos
la palabra…
Menos dormir…hemos hecho de casi todo, hemos bailado, nos
hemos reído mucho, hemos hecho el loco, hemos hecho botellón, hemos tapeado por
la zona guay de Madrid hemos bailado con la tuna en San Ginés tomando chocolate
con churros…
Pero lo mejor de todo es que nos hemos desconectado de la
realidad durante dos días y eso carga las pilas para una temporada.
Ahora ya estamos preparadas para la siguiente.
¿Cuándo? ¡Quien lo sabe! Por lo pronto esta ya no nos la
quita nadie…
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