Cuando acaba Agosto, acaban las vacaciones, empieza
Septiembre, y con él un nuevo curso y un ritual que se repite año tras año.
Yo no soy una experta en esto, pero como además de mi cercanía a algún que otro alumno
cuento con mis oídos, siempre dispuestos a escuchar las peripecias de
todas las madres de alumnos que hay en mi entorno, dispongo por
ello de información más que suficiente para saber de qué estoy escribiendo y
aunque algunas me miran de mala manera cuando les expongo lo que pienso, otras
acaban dándome la razón o al menos girándose un poco con gesto pensativo y con
cara de “tienes más razón que un santo”( frase que por cierto no sé de dónde
viene, ni porque la razón era “exclusiva “de ellos),
pero al grano; se empieza
por ir a recoger las listas de los libros de texto y material que se va a
necesitar para el curso, a partir de aquí…entre carreras de una librería a otra,
encargos y visitas a ver si…”¿Ya me los has traído?” “¿ha venido mi encargo?”,
se continua con el análisis línea a línea, que se hace en casa de la lista de
material para comprobar que es lo que falta, averiguaciones de si el de
fulanito que hizo este curso el año pasado o el anterior le servirán a mi niño…
y así unos días de incertidumbre, de calcular, de patear hasta encontrar ese
libro de Musica, que después de tanto buscar, porque no vale el de cualquier
editorial, sino el de una en concreto, acabas por acordarte que el del año
pasado ni lo estrenaron…!Y te costo una pasta! y al final de todo esto, la
queja, en cuanto tienes una oreja
dispuesta a escucharte y a ser posible a darte la razón y comprobar que
tenéis el mismo problema…!el precio de los libros! Y te desesperas y calculas
si te llega o no.y vuelves a desesperarte y a maldecir de cómo se quiebra tu
economía este mes por los dichosos libros y…si lo piensas bien es el único
gasto fijo que tienes que emplear en la cultura de tu hijo.
Cuando llegan las Navidades, el santo, el cumpleaños, las
buenas notas, final de curso. Y etc, etc.etc. Gastas mucho más en algo que no
necesitas, que en algunas ocasiones les pasa lo que al libro de Música, que ni
lo tocan o lo usan lo justito. ¿Porque nos empeñamos en que no les falte el último
juego de la Play, o el más innovador modelo de móvil, el mp4-5-6, o el numero
que corresponda. Y no se nos oye quejarnos de lo caros que cuestan, porque lo
que nos puede responder el de enfrente es…”no lo compres, no es obligatorio” y
ahí está…los atiborramos de cosas innecesarias y además caras.
Independientemente del debate que puede surgir sobre la
gratuidad de los libros y todo lo concerniente a la educación de nuestros niños
y jóvenes y del porque en algunos colegios se exige una editorial determinada o
de porque no se reutilizan los libros en según qué colegios ya digo, con
independencia a este debate que es distinto al que yo planteo, lo único cierto
es que sabemos cuánto nos cuesta la cultura, pero no sé si realmente sabemos
apreciar cuánto vale.
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