Si le quitamos la connotación sexual que la palabra “voyeur” tiene, yo sería una
firme candidata al título de voyeurista mayor.
O si no, a ver, otra forma de decirlo es que soy observadora, pero la definición me parece escasa, incompleta, yo me siento más…lo otro.
O si no, a ver, otra forma de decirlo es que soy observadora, pero la definición me parece escasa, incompleta, yo me siento más…lo otro.
Me encanta observar
siempre, pero sobre todo donde hay aglomeraciones de gente.
Aunque lo que realmente me gusta es irme fijando en
cada uno de las personas, individualmente, no en el conjunto y a veces incluso
inventarme una vida para ellas, o imaginarme que va a pasar después
de ese instante…cosas…
de ese instante…cosas…
Tengo historias que podría contar, si tuviera la capacidad
de relatarlas como es debido…! un montón!
Me encantan las
estaciones de trenes y autobús, donde la
gente va con prisas casi siempre, las colas de los cines y las puertas de las
Iglesias en bodas y otros eventos y sobre todo adoro los aeropuertos, sería capaz
de soportar un overbooking de infinidad de horas sin aburrirme, seguro que le sacaba
cantidad de historias.
Pero hoy voy a ir a la más reciente, aunque no es la única
que tengo de esos lugares.
Veinticuatro horas en la cama de la sala de observación de
un hospital, era un caramelo para mí en ese sentido (Y solo en ese, os lo puedo
asegurar).Ver ese trajinar de profesionales a veces pausado, a veces raudo,
dependiendo del momento, y empezar a “maquinar” todo es uno, pero si además ,
en las camas más cercanas a la tuya vas descubriendo que hay historias,
que antes de que empieces a soltar la
imaginación, ya vas captando , porque es inevitable que en tan pocos metros no
te enteres, sin preguntar de lo que hablan con sus familias, de sus
conversaciones por móvil, de lo que los
médicos van diciendo, casi de cada resultado, peo no es eso lo que me importa,
eso está ahí, pero solo es un añadido mas a la historia.
En estas veinticuatro horas, vi pasar a Paquita, que se
alegro en el alma que le dijeran que tenían que operarla de urgencia de un
hematoma( imagino que sería algún coagulo) en la cabeza, y se sintió aliviada
cuando se lo dijeron, porque ella, que llevaba su pañuelito en la cabeza temía
que fuera algo relacionado con su enfermedad y no , no lo era, y es que deduje,
que ya estaba saliendo de ella, cuando se tuvo que quitar el pañuelo , me lo pareció
, y no quería vuelta atrás. Bonita cara la suya, entrañable, no emitió ni una
queja en ningún momento, solo quería que avisaran a su hermana de la urgencia de la operación.
Pasaron más gentes
por aquellas camas, Fátima, una abuelina que no hablaba español, a la que le
había dado un ictus y llevaba su cabeza
cubierta con lo que deduje que eran unas gasas ( la norma dentro de la norma)Y
que agarrada a su barandilla, me miraba, estoy segura, que sin mirar y me
hablaba, en la distancia, O aquella otra que a pesar de ser mayor, nunca había
estado en un hospital, y cuando se vio sola, sin su hija , se puso tan nerviosa
que empezó a gritar y tuvieron que llamarla y dejarla pasar; Inspiraba ternura,
ella, y ¡que demostración de paciencia y cariño la de su hija!
De todas estas personas, en mis horas muertas, hice mis
propios personajes, e imagine sus vidas, “sus otras vidas”, esta eran las de
verdad, las que estaban ocurriendo
No podría describir a todos y cada uno de los que pasaron
por allí, porque ha sido un intensísimo día, de entradas y salidas. Pero que
los novelistas de temas relacionados con la medicina, tienen allí, un filón.
Seguro.
Para otra ocasión dejare mis “personajes” de autobús…por
ejemplo…
Amenazo con hacerlo!!!!
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