Acaba el día y
llega como cada 24 horas, con su manto oscuro, su luna plateada y montones de
luces relumbrando en el cielo.
Voy a dormir.
Pongo la cabeza en la almohada, con el
firme propósito de abandonarme en los brazos de Morfeo, de una vez por todas.
Hoy he decidido que no voy a arreglar el mundo!
que se apañen esos solos, sin mí!
Este es un deseo que se repite noche tras
noche, desde que me conozco; pero mis deseos y la realidad no siempre viajan en
el mismo vagón, a veces incluso, ni siquiera lo hacen en el mismo tren.
Mi mente no para, contaré ovejitas.
Dejaré la mente en blanco.
Me duermo, me duermo.
Oigo ruidos.
De repente consigo despegar un poco un
ojo y busco con inquietud la lucecita verde que me va a indicar la hora
-¡las dos menos diez!
Esta vez casi he conseguido dormir dos
horas.
Me acurruco de nuevo, y sonrió feliz,
esto ha sido un pequeño logro
Si sigo así, -pienso- puedo llegar a
descansar casi seis horas, una vez sumados todos los tiempos entre una y otra
mirada al reloj.
¿Qué sería el ruido ese?, Me da lo mismo,
no tiene importancia
Esta noche estoy dispuesta a dormir como sea. Yo lo
intento, algún día lo conseguiré
¿Por qué no hoy?
Otra vuelta en la cama y a dejar la mente
in albis de nuevo
Misión imposible.
Por un momento, me pongo a pensar en
donde habré leído yo, aquel artículo en el que se decía, que por no dormir
había más probabilidades de morir, que por no comer y por no beber.
Y de paso, en qué porcentaje de
credibilidad tenía el artículo en
cuestión.
Fue hace años, y quizás fue en la época en que empecé a padecer insomnio,
o tal vez, fue después.
Si
consiguiera recordar que programa de radio solía escuchar, o en qué
posición dormía…
Empiezo a notar el sopor otra vez, voy a
no pensar y me quedaré frita de nuevo.
¡Vaya, vaya! Esta vez ni siquiera he
tenido problemas para ver la hora, había
que salir rauda camino del baño.
¡Las cuatro y veinte, ya!
Encenderé la radio, O no, mejor no la
enciendo, a ver si acaso consigo dormir otro par de horas.
Ufff!
¿Qué hacer? ¿Cómo conciliar el sueño?
Voy a pensar en cosas bonitas y difíciles
de conseguir.
Me quedé, me quedé…
A ver si mañana, no me olvido de
desconectar más de la mitad de la “tecnología” que llena mis noches de
lucecitas de Stand bye, en rojo y verde, y que posiblemente me trasladen de
forma inconsciente a algún lugar de ocio, con música, amigos, gente tomando
copas y bailando y disfrutando de la noche.
Y por eso mi mente se niega al sueño.
Decepcionante mi lucha interna para que
cuerpo y mente no se estorben.
Las seis menos veinticinco.
Esta vez sí que enciendo la radio, y la
acomodo debajo de mi almohada y me tumbo de ese lado.
Buen titulo para un programa de radio,
“Si amanece, nos vamos”. ¡Claro que nos vamos!…incorporando en menos de dos horas… y yo sigo sin dormir;
Eso
sí, he resuelto dos de los tres enigmas del programa.
Otra ojeada al reloj
Y me da tremenda pena que no aproveche mi tiempo como es
debido, ni durmiendo como sería lógico ni de ninguna otra manera.
¿Y si me tomara algo? ¿Pero qué?
Enciendo la luz de la mesilla y dudo entre
el Quiz o Contra el viento
Elijo este último, releo la misma página
tres veces y con permiso de Ángeles Caso suelto el libro por un momento, para
acabar ese crucigrama que se me atasco anoche.
Las seis y cuarto.
Apago la luz de nuevo, vuelven los ruidos.
¡El gato!, seguro que es el gato, miro
hacia ventana intentando vislumbrar sus brillantes ojos en la oscuridad.
No me gustan los gatos que no son míos,
que no los he educado yo, y no me gusta que sean una más de las causas de que
no duerma.
Me está entrando de nuevo un sopor,
dulce, creo que lo voy a conseguir.
Oigo el “Para Elisa”, ya sé que en cinco minutos, serán Los Rodríguez los que me
digan que ya es la hora de ponerse en pie.
Me empiezo a preguntar, si hoy también mi
cara será un autentico poema, o por el contrario aparecerá como la de una
persona normal, que ha descansado seis merecidas horas.
Mañana será otro día.