…Te
vas Alfonsina…
Una
voz antigua de viento y de sal
Te
requiebra el alma,
Y
te está llamando
Y
te vas, hacia allá como en sueños
Dormida
Alfonsina, vestida de MAR.
Esta es una estrofa de una canción que
cuenta una historia triste, la del final de la poetisa mejicana Alfonsina Storni,
que acabó su vida adentrándose en el mar a pie, hasta desaparecer.
Es la canción que con frecuencia
cuando alguien agarraba una guitarra y empezaba a rasguear, nos cantaba Carmen Santibáñez,
con una voz preciosa, llena de matices de una dulzura extrema y que aunque hace
años que no oigo, espero que la conserve, es la canción que le pedíamos que nos
repitiera una y otra vez, hace ya algunos, bastantes años.
Y viene a cuento porque es la canción
que se me vino a la cabeza la primera vez que me vi frente al mar, y me sigue
ocurriendo cada vez que tengo ocasión de volver a disfrutar de él de nuevo.
Aunque a mí no me ocurre como a ella,
Alfonsina, sí que me llama el mar, me atrae y lo explico.
La gente de mar, no solo los que viven
de él, sino cerca de él son incapaces de vivir durante mucho tiempo sin que el
liquido elemento les rodee , cuando por distintas razones , cambian su lugar
para vivir, sienten la imperiosa necesidad de volver al mar,
Los que somos de tierra adentro, nos
dividimos entre quienes utilizan el mar como un lugar al que ir de vacaciones,
unos días al año, unos paseítos, un baño, y broncearse un poco, y los que
daríamos cualquier cosa por vivir cerca del mar o al menos poderlo ver con
frecuencia, es decir, que parecemos marineros de pro.
A mi es que con el mar me pasa como
con la Aspirina, no le veo más que ventajas y ninguna contraindicación,
prácticamente, me resulta beneficiosa para todo.
Yo admiro al mar, en verano y en
invierno. Me parece la mejor cura antiestress. Sentarse sencillamente y perder
la mirada en el horizonte es una sensación indescriptible, oír el murmullo de
las olas, pasear descalza por la orilla…no tiene precio. Jugar con las olas
cuando ya llegan mansas a la orilla y dejarse acariciar por los rayos del sol,
al amanecer, cura las heridas del alma, y mejora la circulación sanguínea.
El agua salada, impregnada de yodo es
un claro beneficio para infinidad de problemas dermatológicos.
Una vez expuestos los beneficios del
mar, no voy a negar que también pueda tener algún que otro inconveniente, pero,
no estoy dispuesta a verlos, porque no quiero entorpecer la fascinación que me
provoca, cerrar los ojos y sentir que estoy frente a el
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