sábado, 14 de septiembre de 2013

UNA NOCHE MÁS


Acaba el día y llega como cada 24 horas, con su manto oscuro, su luna plateada y montones de luces relumbrando en el cielo.
Voy a dormir.
Pongo la cabeza en la almohada, con el firme propósito de abandonarme en los brazos de Morfeo, de una vez por todas.
Hoy he decidido que no voy a arreglar el mundo! que se apañen esos solos, sin mí!
Este es un deseo que se repite noche tras noche, desde que me conozco; pero mis deseos y la realidad no siempre viajan en el mismo vagón, a veces incluso, ni siquiera lo hacen en el mismo tren.
Mi mente no para, contaré ovejitas. Dejaré la mente en blanco.
Me duermo, me duermo.
Oigo ruidos.
De repente consigo despegar un poco un ojo y busco con inquietud la lucecita verde que me va a indicar la hora
-¡las dos menos diez!
Esta vez casi he conseguido dormir dos horas.
Me acurruco de nuevo, y sonrió feliz, esto ha sido un pequeño logro
Si sigo así, -pienso- puedo llegar a descansar casi seis horas, una vez sumados todos los tiempos entre una y otra mirada al reloj.
¿Qué sería el ruido ese?, Me da lo mismo, no tiene importancia
Esta noche  estoy dispuesta a dormir como sea. Yo lo intento, algún día lo conseguiré
¿Por qué no hoy?
Otra vuelta en la cama y a dejar la mente in albis de nuevo
Misión imposible.
Por un momento, me pongo a pensar en donde habré leído yo, aquel artículo en el que se decía, que por no dormir había más probabilidades de morir, que por no comer  y por no beber.
Y de paso, en qué porcentaje de credibilidad  tenía el artículo en cuestión.
Fue hace años, y quizás fue  en la época en que empecé a padecer insomnio, o tal vez, fue después.
Si  consiguiera recordar que programa de radio solía escuchar, o en qué posición dormía…
Empiezo a notar el sopor otra vez, voy a no pensar y me quedaré frita de nuevo.
¡Vaya, vaya! Esta vez ni siquiera he tenido problemas para ver la hora,  había que salir rauda camino del baño.
¡Las cuatro y veinte, ya!
Encenderé la radio, O no, mejor no la enciendo, a ver si acaso consigo dormir otro par de horas.
Ufff!  ¿Qué hacer? ¿Cómo conciliar el sueño?
Voy a pensar en cosas bonitas y difíciles de conseguir.
Me quedé, me quedé…
A ver si mañana, no me olvido de desconectar más de la mitad de la “tecnología” que llena mis noches de lucecitas de Stand bye, en rojo y verde, y que posiblemente me trasladen de forma inconsciente a algún lugar de ocio, con música, amigos, gente tomando copas y bailando y disfrutando de la noche.
Y por eso mi mente se niega al sueño.
Decepcionante mi lucha interna para que cuerpo y mente no se estorben.
Las seis menos veinticinco.
Esta vez sí que enciendo la radio, y la acomodo debajo de mi almohada y me tumbo de ese lado.
Buen titulo para un programa de radio, “Si amanece, nos vamos”. ¡Claro que nos vamos!…incorporando en  menos de dos horas… y yo sigo sin dormir;
 Eso sí, he resuelto dos de los tres enigmas del programa.
Otra ojeada al reloj
Y me da tremenda  pena que no aproveche mi tiempo como es debido, ni durmiendo como sería lógico ni de ninguna otra manera.
¿Y si me tomara algo? ¿Pero qué?
Enciendo la luz de la mesilla y dudo entre el Quiz o Contra el viento
Elijo este último, releo la misma página tres veces y con permiso de Ángeles Caso suelto el libro por un momento, para acabar ese crucigrama que se me atasco anoche.
Las seis y cuarto.
Apago la luz de nuevo, vuelven los ruidos.
¡El gato!, seguro que es el gato, miro hacia ventana intentando vislumbrar sus brillantes ojos en la oscuridad.
No me gustan los gatos que no son míos, que no los he educado yo, y no me gusta que sean una más de las causas de que no duerma.
Me está entrando de nuevo un sopor, dulce, creo que lo voy a conseguir.
Oigo el “Para Elisa”, ya sé que en  cinco minutos, serán Los Rodríguez los que me digan que ya es la hora de ponerse en pie.
Me empiezo a preguntar, si hoy también mi cara será un autentico poema, o por el contrario aparecerá como la de una persona normal, que ha descansado seis merecidas horas.
Mañana será otro día.


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